viernes, 5 de octubre de 2007

El retorno de Quetzalcoatl

EL RETORNO DE QUETZALCÓATL

QUETZALCÓATL, EL DIOS BUENO.

El Libro del Tiempo (Pop Wuj en Maya) nos cuenta que Quetzalcóatl (o Kukulkán, en su nombre Maya) es un Dios Celestial. Uno de los cuatro hijos de la pareja divina primaria, Ometéotl (Hunabkú en la tradición Maya), gobernaba el cielo en el oeste y era de color blanco. Este significaba pureza, bondad y sabiduría. Del mismo modo era identificado con Venus, que es blanco y el más brillante de todos los planetas, Quetzalcóatl como Venus era una especie de Ave Fénix, el ave mítica que se autosacrifica.

Cuentan los Anales de Cuauhtitlan:
Cuando llegaron al lugar buscado, ahora de nuevo él Quetzalcóatl, se lamento y sufrió. En este año 1 Venado (así se ha contado, así se ha dicho), cuando había llegado a la costa del océano, el borde del cielo-agua, se paró, lloró, tomó su atavío y se puso sus plumas, su preciosa máscara. Ya vestido , por su propio acuerdo se quemó así mismo, se dio al fuego. Así que donde Quetzalcóatl se quemó es llamado el Lugar de la Incineración. Y sus cenizas se levantaron y todo tipo de ave preciosa apareció y volaron hasta el cielo…y después de que se transformó en ceniza, el corazón de un pájaro quetzal se elevó; podía verse y se supo que entró en el cielo. Los ancianos dirían que se convirtió en Venus; y se cuenta que cuando la estrella apareció Quetzalcóatl murió. Desde ahora es llamado el Señor del Amanecer.


Una vez más se ve la correspondencia familiar entre una ceremonia del fuego y un nacimiento nuevo, el comienzo de otra era.Como se ha mencionado, el Nacimiento de Venus tiene connotaciones calendáricas fuertes, ya que marca el inicio de la Cuenta Larga Maya en 3113 a.C.

Sin embargo, hay mucho más en el mito de Quetzalcóatl-Kukulkán que astronomía o historia. Como un arquetipo, representa todo aquello a lo que aspirar un ser humano. El nombre serpiente emplumada indica su naturaleza doble: las pluma simbolizan su naturaleza etérea y espiritual (el Padre) y la serpiente su conexión con la creación física
(la Madre). En un nivel más profundo y místico, el símbolo de la “serpiente emplumada” indica la manera en que el hombre ilustrado necesita unir los dos aspectos opuestos de su naturaleza, el espiritual y el material.
En las tradiciones espirituales del Occidente la serpiente (o en ocasiones el dragón), al igual que simboliza el camino del sol a través del cielo, representa al yo inferior. De acuerdo con las antiguas tradiciones, cada uno de nosotros nace como una serpiente y dado a una vida de reptar en le polvo de la tierra. Al igual que la serpiente se renueva al deshacerse de su piel y desarrollar una nueva, así nosotros vivimos una vida tras otra, muriendo y renaciendo, pero todavía incapaces de elevarnos de la tierra. En este estado de inconsciencia estamos aislados de los mundos superiores del espíritu y seguimos como la progenie desamparada de la gran Serpiente Solar.

Por esto los hijos caídos de Adán y Eva estamos prisioneros en nuestras pieles renovables y a vivir una vida tras otra y experimentar muerte tras muerte en el mundo material. Es así que Coatlicue, como su equivalente hindú Kali, tiene un collar de cráneos y manos desmembradas, ya que la tierra toma la vida al igual que la da.
Pero la Antigua Tradición habla también de un destino Cósmico, de la posibilidad inherente en los humanos como almas de dejar la tierra física para viajar hacia nuestro verdadero hogar en planos superiores.
Ésta es la esencia de las enseñanzas espirituales de todos los grandes Maestros, Jesús, Buda, Krishna, Mahoma o Quetzalcóatl-Kukulkán.

Mas todos ellos enseñan, si leemos sus palabras con cuidado, que para obtener la libertad se requiere una transformación de nuestro ser.
En otra metáfora, el humano ordinario vive como una oruga en la hoja de col de la vida. Ahí vive y muere miles de veces sin percatarse de la posibilidad de un desarrollo mayor. Pero así como la oruga potencialmente puede ser transformada en una hermosa mariposa, del mismo modo los humanos cuentan con la posibilidad de una metamorfosis superior. No tenemos que permanecer en la etapa de la oruga de la vida para siempre: también podemos volvernos ángeles aun cuando todavía vivamos en un cuerpo físico.

La aplicación práctica de esta filosofía esotérica es el Yoga e implica elevar la “energía de la serpiente” por la columna vertebral y unirla con las fuerzas del “águila” espiritual en la cabeza.
Hacer esto requiere un acto de autosacrificio supremo conforme la voluntad del individuo-la serpiente- es puesta en línea con la Voluntad de Dios más grande y representada por el águila.

El individuo debe morir en forma bastante literal para sí mismo y renacer y vincularse con la conciencia cósmica. Esto no es fácil, como sabrá cualquiera que haya o esté implicado en un trabajo espiritual.
Porque entre el aspirante a iniciado y el destino más grande está el yo personal y éste teme de manera mortal abandonar su identidad ilusoria. Pueden pasar años de preparación antes de que un individuo esté listo para enfrentar esta prueba suprema y entonces buscara encontrarse con Dios. Si tiene éxito, experimentará una apertura del corazón con el resultado de que la energía pura del amor incondicional se dará a raudales. Éste amor no sólo llega al individuo sino que fluye hacia el mundo, que por lo tanto, es capaz de participar de este sacrificio viviente.

El hombre o mujer iniciado se vuelve por lo tanto un Quetzalcóatl en la lengua del antiguo México y recibe lo que quienes seguimos la tradición cristiana llamaríamos los “dones del Espíritu Santo”. Una lengua de fuego ha descendido quemando los defectos y como las estrellas él o ella resucitan a la Eternidad.
Bueno, éste es el mensaje de las Estrellas para nuestros corazones que el Amor y la Paz se extiendan por todo nuestro Ser, que nuestros Corazones se abran y la Luz se expanda por toda nuestra Amada Tierra. Pax.

martes, 2 de octubre de 2007